sábado, 24 de marzo de 2012

Tarancón-Beltrán

Burriana ha dado héroes, personajes y personajillos de toda clase. De entre ellos, siempre viene a cuento hablar de alguien que incluiremos en el segundo grupo para evitar justificaciones obvias: el cardenal Tarancón, un hombre del cielo con los pies en la tierra.
Se podría decir de él que ha sido el burrianense más destacable e influyente hasta la fecha, pero también el más misterioso por los secretos que se llevó a la tumba. Mucho hemos hablado sobre él, y no es mi intención actual repetir todo cuanto ya saben aquellos que merecen saberlo. Ahora, en cambio, me apetece mostrar, simplemente, una partitura. Al fin y al cabo, en estos sitios virtuales, uno muestra lo que le da la gana.
De las habilidades de Tarancón, a quién siempre le reprocharé aquello de “bendita fanfarronería”, ha quedado en un estrato camuflado su faceta de compositor. Ordenado sacerdote en 1929, celebró su primera misa en Burriana a los 22 años y se piró a Vinaroz como coadjutor y organista. Para entonces, ya había demostrado sus destrezas musicales. De hecho, y por poner un ejemplo, su partitura Ave María fue estrenada por la Sta. Dolores García en las Villas del Carmen de Burriana el día 8 de agosto de 1927, cuando don Vicente contaba con 20 años. Buena edad para el rock and roll.
El manuscrito de Tarancón que aquí mostramos es la Plegaria a la Virgen, obra para cantar a dúo con letra del célebre poeta burrianense don Juan Bautista Tejedo Beltrán “el Bessó”. Estamos, por tanto, ante un Tarancón-Beltrán, pareja al estilo Lennon-McCartney; más cercano, Thous-Serrano; o si se prefiere algo más burrianense, Calzada-Ibáñez. No obstante, en estas empresas los noviazgos son anecdóticos; lo que cuenta es la partitura, que aquí ofrecemos como documento y para que quien quiera y pueda la interprete cuando le venga en gana. Y, ¿por qué? Pues porque interpretar la obra de alguien es como leer su alma.







miércoles, 21 de marzo de 2012

Lennon y Santo Tomás


[...]Terminada la actuación de Lennon y confesado Santo Tomás fuimos al concierto de Happels. Lamentablemente, no grabamos el sonido.
Fue el primer concierto de Lennon post mortem. Y estas, sus declaraciones junto a Santo Tomás:

—Me mola —dijo John.
—Mierda de rock and roll —opinó Tomás.
—Mierda, la del necio —corrigió John.
—Mierda el octavo pecado capital —se quejó Tomás— ¿Cómo no lo pensé?
—Ya te he dicho que no pasa nada, hombre —de nuevo John.
—Pero hay que ser gilipollas para versionar Imagine, por ejemplo —siguió Tomás.
—No es eso, Tomás.
—¿Y qué es, John?
—El ridículo.
—Ya, como el necio.
—Como él —confirmó John mientras encendía un cigarrillo.
—¿Vas a fumar? —se notaba una queja en la voz de Tomás.
—Durante toda la eternidad, Tomás. Toma -le ofreció—, fúmate uno y deja de mirar a esa.
La mujer estaba buenísima, tal como una diablesa de tetas grandes, duras y asequibles.
—¿Y qué hago con esto? -Tomás levantó el cigarrillo.
—Te lo metes en la boca y chupas.
—Sí, ya te entiendo.
Dieron unas chupadas y, poco después:
—John.
—¿Qué?
—¿Cual es el secreto para cantar Imagine?
John esperó hasta que terminó la canción de Happels y contestó:
—Tener la boca ocupada.
—No sigas —pidió Tomas.
Sin embargo, al terminar el cigarrillo, Tomás insistió (¡Ay! La curiosidad...):
—¿Va en serio?
—¿A qué te refieres?
—A la letra de la canción.
—En realidad es un texto satírico.
—¡Ya decía yo! Ese es el secreto, ¿verdad?
—Pues no.
—Vale. ¿Y cuál es?
—Tener la boca ocupada. Ya te lo he dicho.
—¿Con qué?
—¡Hostia! Con un chicle, hombre. No sé cómo puedes ser santo si no te mola el rock and roll. Y cállate de una puta vez.
—Es que en mis tiempos no existía —se excusó Tomás.
Lennon echó la colilla y se metió un chicle en la boca.
La actuación de Happels continuó hasta el amanecer. Luego nos fuimos todos a...

miércoles, 14 de marzo de 2012

Las calles de Burriana

No os habéis preguntado nunca quién fue aquel cuyo nombre designa a la calle por donde estáis paseando? Los burrianenses podéis encontrar la respuesta aquí.

domingo, 4 de marzo de 2012

Un buen domingo

Domingo, cuatro de marzo, después de pasarme la mañana luchando sin tregua con Blogger, que no deja ver la página referente al siglo XXI de http://lescreusdemaig.blogspot.com/ y cocinando la paella al mismo tiempo, hemos esperado hasta oír los cohetes anunciadores y nos hemos ido Feli y yo a echar un vistazo a la Cabalgata del Ninot Infantil. Y he aquí la sorpresa que los de la comisión de los Cazadores repartían una cuartilla con la explicación de la comparsa en la que he leído mi nombre y el título del libro al que le había dedicado la mitad del día. Rendían un pequeño homenaje a Ortells y pregonaban graciosamente los éxitos de este artista local. Os dejo aquí un ejemplar virtual del documento.


Cansados de estar de plantón, hemos abandonado la cabalgata y nos hemos ido a la estación para esperar a Edgar, que se iba en tren a Valencia a eso de las seis y media, y recoger el coche. Mientras venía he tomado unas fotos del antiguo bar Las Delicias. ¡Quién lo ha visto y quién lo ve! Os dejaré primero una foto del interior en 1954, en pleno apogeo. Está protagonizada por Maria Carmen Bernat, Reina Fallera de Burriana que esperaba el tren tomando un café.

Interior de "Las Delicias" en 1954
El bar tiene un nosequé atractivo. Tal vez sea la nostalgia o tal vez, el hecho de imaginar todo cuanto vieron sus carcomidas paredes. Me intriga su madera vieja, los logos evaporados de sus cristales, el azul de los marcos, el rótulo anacrónico. Llegué a comprar tabaco una vez y creo que algún trago también tomé, pero siempre lo hice con prisas y a la espera del tren. Es ahora, sin embargo, cuando me pregunto por lo que allí ocurrió, y me viene algo atractivo, sensual, misterioso.

Interior de "Las Delicias en 2012.
Foto tomada a través del cristal.


Luego, con aires detectivescos, no hemos acercado a la casa de Adela, quien fuera amante del rey Alfonso XIII y cuya vida ha contado el amigo Norberto Mesado en su libro Adela Lucía. La última amante de un rey romántico. Entre la historia y la leyenda. La visión del caserón me ha producido las mismas sensaciones que Las Delicias, pero con una pizca añadida de algo lúgubre, stokeriano.





De todo ello, lo mejor, y rabiosamente envidiable, han sido los besos en un viejo vagón de tren. Apenas veréis las piernas de los amantes.


He querido rematar la faena con esta entrada y pensar que hoy ha sido un buen domingo.

sábado, 3 de marzo de 2012

Déjalo


Hará unos 18 años de aquel suceso en casa de mis padres. Mi hijo se acercó gateando a una cómoda, con aquel movimiento de felino patoso tan gratificante para el recuerdo, porque había visto la llave del cajón inferior en el suelo. Cosas de niños. La cogió y, con la hinchazón de la curiosidad y del asombro, intentó introducirla en la cerradura, pero falló. Era la primera vez que intentaba aquella proeza y, como todas las primeras veces, fue traumática.
Yo, padre orgulloso y excesivamente preocupado, le cogí la mano para dirigirla pedagógicamente en la dirección correcta y conseguir el éxito, el falso éxito. Y en ello estaba cuando mi padre, que nos observaba con mirada de viejo, me dio tal manotazo que la llave salió por los aires.
—Déjalo —me dijo antes de que la llave hiciera cinc contra el suelo.
Y lo dejé en su mundo. Entonces, el niño volvió a coger la llave, se acercó a la cerradura, con aquel movimiento de felino patoso tan gratificante para el recuerdo, y la introdujo en la cerradura.

Entre semana como en casa de mis padres, el mejor restaurante del mundo, miro la cerradura, la del cajón inferior, y evoco el clinc de la llave contra el suelo.

jueves, 1 de marzo de 2012

Para político, mi abuelo


Un político era una persona respetable, al menos para mí. Mi abuelo lo fue, de Burriana, a principios de los años 60, y se dejó la piel en tal empresa sin cobrar ni un duro. Su recuerdo, su caballerosidad y su altruismo provocaron en mí ese respeto del que hablaba hacia sus colegas. Tanto era así que el hecho de encontrarme con cualquiera de ellos por la calle me provocaba una sensación, no solo de respeto, sino de admiración.
A día de hoy, sin embargo, con tantos truhanes sin escrúpulos, despilfarradores de lo ajeno, caraduras y sinvergüenzas, bufones sobre seguro, ladrones de guante blanco y chorizos patógenos se me ha olvidado el respeto. Se quedó en la época de los Beatles. Más aún: lamentablemente, el viejo respeto, polvoriento y caducado, ha sufrido una transmutación que aquel niño, cuyo abuelo fue concejal, creería inverosímil. Aquel niño, decía, nunca habría imaginado que llegaría a despreciar a los colegas anacrónicos de su abuelo.
¡Coño! ¿No pueden asistir gratis a los plenos? Así, sin más. Gratis. Un concejal habría de serlo por amor al arte, no porque no tenga otro medio de ganarse la vida. Además, ¿no tienen a sus machacas para hacerles el trabajo?

Mi abuelo dignificó el cargo y ese cargo, ahora, no dignifica a quien lo ocupa porque, quien lo ocupa y no le preocupa, ha hecho de él un negocio.