Aquel viernes me entregó una carta decorada con dibujos
policromados a lápiz. Estuve todo el fin de semana pensando en la posibilidad
de contestarle. Finalmente, escribí la respuesta e imprimí el documento. El
lunes, a primera hora, volví a leer mis palabras y, sin saber a ciencia cierta
si era adecuado, le entregué mi carta en un sobre cerrado con algunas
indicaciones. Debía leerlo en casa y fijarse bien en la posdata.
Hoy me apetece recordar aquello y compartirlo con vosotros.
Amputaré el nombre y la fecha.
Burriana, 11 de
noviembre de 20...
Querida C...:
Me dices unas cosas tan bonitas en tu carta que llevo toda
la tarde emocionado. ¿De verdad crees que soy el mejor profesor del mundo? ¡Ya
me gustaría! Pero te prometo que avanzaré por el camino que me lleve a
conseguirlo y me da que ya hay un pequeño trecho recorrido. ¿Cómo, si no,
dirías que tienes ganas de ir al cole gracias a mí? Sin embargo, hemos de
conseguir que no sea yo el único motivo por el que te alegres de ir al colegio.
Dices también
que, gracias a mí, te espera un gran día. Te juro que es el piropo más bonito
que me han dicho nunca. Aún así, reconozco que a veces tengo días malos. Cuando
eso ocurra, lee esta carta.
Deduzco, por lo
que alguna vez hemos hablado y por algún trozo de tu carta, que crees que hay
una pizca de tristeza en ti, en tu relación en el cole. Yo nunca he pensado que
vengas triste al colegio, como dices. Tu alegría me hace pensar lo contrario.
Tal vez no se trate de tristeza, sino de incertidumbre. De todas formas, no puedo
engañarte con metirijillas piadosas. Aparte de lo que yo pueda hacer, te tengo
que decir que tu felicidad no puede depender de los demás. Tú eres la
protagonista y la responsable de tu vida. No puedes cambiar a los demás y, por
ello, tendrás que aprender a convivir en un mundo injusto. No podemos exigir a
los demás que sean como a nosotros nos gustaría. La solución a tus posibles
problemas, las respuestas a tus preguntas, están en ti. Seguro que adquieres
las habilidades necesarias para navegar en este océano encrespado que es la
vida.
Añades en tu
carta que no tienes mala intención cuando hablas o cuando haces demasiadas
preguntas. ¡Por supuesto que no! Nunca lo he pensado. En realidad, ser una niña
abierta, sincera y espontánea es muy agradable para un profe como yo. No
obstante, puede que a veces no lo demuestre porque intento usar esa
característica tuya para que hurgues dentro de ti, para que te des cuenta de
que tienes las respuestas, aumentes la confianza en ti y aprendas a ser
autosuficiente.
Gracias una vez
más por tu carta. El lunes iré aún más contento al cole.
Julián
P. D.
Esta carta es
personal. Por fa, no se la enseñes a nadie. Solo aceptaré que la lean tus
padres, si así lo consideras, porque eres menor de edad.