He pensado que no estaría mal dar una vuelta sociológica por
las chorradas que me llegan a través del Facebook y otros sitios similares en
los que llevo apenas un par de meses fisgoneando. En este momento, sudado y
cansado después de media horita de carrera, me parece una idea simpática.
Veamos qué da de sí.
Lo primero que leo al encender el ordenador es que la actriz
Hiba
Abouk, a quien no conozco y que al parecer es la novia de un tal Hugo
Silva, ha dejado el coño a la vista al sentarse para disfrutar de la moda en la
pasarela Cibeles. Esto se ha comentado en Facebook, es decir, se le ha dado
importancia al leerlo en no sé qué web. Así nos va.
En otros casos, algunos de mis contactos solo saben comentar
obviedades sobre la amistad, la familia, el amor... Tópicos que no transcribiré
para que nadie se moleste pues, a mayor gilipollez, mayor susceptibilidad y no
me apetece buscarme enemigos. Y a todo esto cabe añadir que, según un estudio
sobre las redes sociales, los de mayor actividad en estos sitios tendrían que
hacérselo mirar, puesto que la intensidad en la práctica internáutica es
directamente proporcional a la estupidez. Otros, más avispados, sí que sacan
buen provecho de su actividad cibernáutica. Bravo por ellos.
Por todo esto, estoy convencido de que tendríamos que pagar
un chavo por cada opinión o mención que dejamos en la red. Sería una especie de
filtro para dejar pasar únicamente aquello que valiera la pena. Tal vez no
serviría de nada, pero se arruinarían los necios y no podrían continuar
pagándose los comentarios u opiniones.
No soy nadie para juzgar qué es lo que vale la pena, pero
perder el tiempo promocionando el coño de H. A. me parece tal estupidez que he
llegado a pensar que el acceso a esa clase de chorradas sí que tendría que
tener un precio. Y es que me resulta de lo más irónico tener que pagar por
otras cosas y poder acceder gratis al coño de Abouk. Así nos va.
P.D. Pagaré un chavo por este artículo.