viernes, 11 de mayo de 2018

MI DOCENCIA


Treinta años de maestro, treinta. Treinta años de ilusión. Nunca imaginé que estrenaría mi profesión al curso siguiente de terminar mis estudios y tampoco imaginé nunca que estaría tan bien preparado, no porque mis profesores así lo consiguieran, sino por mis elecciones extracurriculares.
Combiné la docencia reglada con clases particulares, llenándome de satisfacciones. Hice muchas cosas bien, muchas, y algunas mal. Cosas de ser un humano en vez de un autómata. Recuerdo con añoranza la energía que desprendía en cada sesión. Era capaz de impartir seis clases seguidas sin sentarme y cuando eran clases de Educación Física, realizaba todos los ejercicios con los alumnos. Ahora, en cambio, me fuerzo a levantarme de vez en cuando.
Fui el profesor que me gustaba para mis hijos y tuve la suerte de tenerlos en clase. Con él fui un profesor extraordinario, le pude enseñar casi todo; ella disfrutó de mi mejor versión.
Ahora recuerdo con orgullo mi trayectoria docente, completada con otras actividades que me han llenado el alma, y tengo la sensación de haber terminado un ciclo.
Muchas veces he buscado un nuevo camino al dar por concluidos algunos andares y, aunque me creía perdido, el destino siempre abría una puerta inimaginable y me daba un empujón para retomar los pasos. Ahora sé que otras puertas se abrirán, sin anunciarse. Las cruzaré sin darme cuanta y, al hacerlo, me encontraré con los primeros metros del camino recorridos.
Hoy me hablaba mi padre del futuro, del día de mañana, como le gusta decir, como aprendió de sus padres. Le he dicho con una seriedad extraña que no existe el futuro, que se ocupe de vivir hoy. Yo así quiero hacerlo. Tengo algunos planes: mañana haré labores de jardinero, el sábado iré a caminar y a almorzar con un compañero y por la tarde iré a un concierto con una amiga y, tal vez, con alguno de mis hermanos. Esos son mis planes apuntados en el almanaque, pero no confío en esa programación. Viviré el día de hoy y, si el destino lo facilita, recorreré el calendario citado. No obstante, es lo único que puedo hacer: coger la primera bocanada de aire sin preocuparme por la segunda.

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