Burriana ha dado héroes, personajes y personajillos de toda
clase. De entre ellos, siempre viene a cuento hablar de alguien que incluiremos
en el segundo grupo para evitar justificaciones obvias: el cardenal Tarancón,
un hombre del cielo con los pies en la tierra.
Se podría decir de él que ha sido el burrianense más
destacable e influyente hasta la fecha, pero también el más misterioso por los
secretos que se llevó a la tumba. Mucho hemos hablado sobre él, y no es mi
intención actual repetir todo cuanto ya saben aquellos que merecen saberlo.
Ahora, en cambio, me apetece mostrar, simplemente, una partitura. Al fin y al
cabo, en estos sitios virtuales, uno muestra lo que le da la gana.
De las habilidades de Tarancón, a quién siempre le reprocharé
aquello de “bendita fanfarronería”, ha quedado en un estrato camuflado su
faceta de compositor. Ordenado sacerdote en 1929, celebró su primera misa en
Burriana a los 22 años y se piró a Vinaroz como coadjutor y organista. Para
entonces, ya había demostrado sus destrezas musicales. De hecho, y por poner un
ejemplo, su partitura Ave María fue estrenada por la Sta. Dolores García
en las Villas del Carmen de Burriana el día 8 de agosto de 1927, cuando don
Vicente contaba con 20 años. Buena edad para el rock and roll.
El manuscrito de Tarancón que aquí mostramos es la Plegaria a la
Virgen, obra para cantar a dúo con letra del célebre poeta burrianense don
Juan Bautista Tejedo Beltrán “el Bessó”. Estamos, por tanto, ante un
Tarancón-Beltrán, pareja al estilo Lennon-McCartney; más cercano,
Thous-Serrano; o si se prefiere algo más burrianense, Calzada-Ibáñez. No
obstante, en estas empresas los noviazgos son anecdóticos; lo que cuenta es la
partitura, que aquí ofrecemos como documento y para que quien quiera y pueda la
interprete cuando le venga en gana. Y, ¿por qué? Pues porque interpretar la
obra de alguien es como leer su alma.
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